Hace cinco años, el pueblo cubano escuchaba la noticia de la partida física de Fidel. Era un viernes 25 de noviembre y una alocución de Raúl irrumpió la quietud de los hogares.

Aun cuando la muerte es tan paralela a la vida, no por ello es menos sorprendente y dolorosa. 

En los días sucesivos, cada cual se despidió a su manera. Fotos, banderas, poemas y canciones inundaron las calles, casas, plazas y las redes sociales.

Hoy, los trabajadores del Ministerio de Comunicaciones, rinden homenaje al Eterno Comandante, en un sencillo y emotivo acto. Se aprovechó la plataforma para recitar poesías alegóricas a su figura y su vigencia en el corazón de los cubanos; se expusieron obras propias que enaltecieron recuerdos y ejemplos de su grandeza.

Aquel cuatro de diciembre, desde las afueras del cementerio Santa Ifigenia, y en cada hogar, la consigna se escuchó más fuerte, con el resguardo de sus cenizas en la piedra monolito, el pueblo le dijo un "Hasta Siempre", mientras buscaba las maneras de reinventarlo.

La Caravana de la Libertad tuvo una ruta diferente, desde La Habana a Santiago de Cuba, acompañada de admiración y cariño, junto a una frase espontánea que se volvió expresión de lo que un pueblo sentía. "Yo soy Fidel" resonó en cada poblado de la geografía cubana y llenó los rostros de lágrimas hasta de los más pequeños.

5 noviembres después, Cuba sigue segura de su continuidad histórica y fidelista.