


Creciendo entre mis latidos
con profundas proyecciones,
Vilma está en los corazones
multiplicando sonidos.
En los campos redimidos
se vistió de fino paño,
para que el mejor peldaño
cantando conmigo suba
porque Vilma Espín y Cuba
tienen el mismo tamaño.
Nacida el 7 de abril de 1930 en Santiago de Cuba, hace 92 años, en el seno de una familia acomodada, supo dejar en el pueblo una imagen carismática, comprensiva y amorosa que aún hoy se mantiene en el corazón de Cuba.
Su espléndida voz la convirtió en solista de la coral universitaria, y su afición por el deporte en capitana del equipo de voleibol de la UO. Amaba tanto el ballet como el carnaval, y con toda esa cultura también sustentó sus anhelos de una Cuba mejor, como cuando en respuesta al golpe del 10 de marzo llenó las calles de volantes con versos de Heredia, «para que la población leyera del clamor de la libertad desde la belleza de la poesía».
En días de tensiones y clandestinaje supo imponerse al dolor de la pérdida del jefe, y desde el cargo que el mismo le confiara una semana antes de morir, se ocupó de que sus decisiones rindieran homenaje al amigo: «Le mandé a poner el uniforme con el grado de coronel, la boina sobre el pecho y una rosa blanca sobre ella. Ese día Frank ganó la más grande de sus batallas con su uniforme de coronel, me hice la idea de que sonreía».
Consumada la libertad, con la misma fuerza que enfrentó un ejército en el llano o la Sierra se levantó contra siglos de discriminación y prejuicios hacia la mujer y demostró con su ejemplo que el hogar y la Revolución no eran incompatibles.
Desde sus responsabilidades nada le fue ajeno, desde la ropa cómoda y la sillita adecuada que debían llevar los niños en un círculo infantil, hasta cambiar la historia de una bailarina de cabaré discriminada, enarbolar las razones de las mujeres en la más encumbrada tribuna internacional, y atender hasta el detalle la última voluntad de un compañero de luchas.
Y es que su entrega generosa a la obra de la Revolución, su tenaz defensa de la igualdad, de los derechos de los niños, las mujeres y la familia, siempre estuvo alimentada desde la ternura de su sonrisa, y con ello, legó a las cubanas un excelso modelo de mujer.
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