


Pocos meses después de detectado el primer caso positivo a la COVID-19 en el país, Cuba ya contaba con un candidato vacunal específico contra la enfermedad; hace hoy exactamente cinco años
El 19 de agosto de 2020, el doctor Vicente Vérez Bencomo, director del Instituto Finlay de Vacunas (IFV), presentó, ante el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y el Grupo Nacional de Expertos para el enfrentamiento a la pandemia de la covid-19, el primer candidato vacunal contra esa enfermedad, logrado por científicos cubanos.
Pero hagamos un paréntesis. Para llegar a este resultado hubo una hazaña detrás, y se remonta a la apuesta del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, por desarrollar la industria biotecnológica en el país, cuando solo un número reducido de naciones altamente industrializadas incursionaban en esta importante rama del conocimiento.
Con el surgimiento del Polo Científico del Oeste de La Habana, las entidades insertadas desde un inicio, y las que se fueron sumando luego, adoptaron un sistema de trabajo de ciclo cerrado: investigación, desarrollo, producción y comercialización.
Justamente fue ese sistema el que permitió que, pocos meses después de detectado el primer caso positivo a la covid-19 en el país, ya se pudiera contar con un candidato vacunal específico contra la enfermedad.
No por esperada (desde hacía varios días circulaban, en las redes sociales, informaciones que daban por seguro tan prominente resultado), la noticia dejó de conmocionar a toda Cuba, al renovar las esperanzas sobre la capacidad del país y, en particular, de sus hombres y mujeres de ciencia, para superar, por nuestros propios esfuerzos, la peligrosa y sumamente difícil situación epidemiológica prevaleciente en aquel duro verano.
Los detalles fueron expuestos al día siguiente en el espacio televisivo Mesa Redonda, por el doctor Vérez Bencomo y los jóvenes doctores Yury Valdés y Dagmar García Rivera, principales líderes del proyecto en el IFV, junto a la doctora Belinda Sánchez Ramírez, del Centro de Inmunología Molecular, una de las científicas de esa institución con más participación en las investigaciones que condujeron a la obtención de nuestras vacunas.
Sobreponiéndose a lo emotivo del momento, explicaron por qué el candidato vacunal tenía por nombre Soberana, y anunciaron el comienzo de los ensayos clínicos el 24 de agosto, luego de recibir, en vísperas del cumpleaños 94 de Fidel, el autorizo del Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed).
Para rememorar pasajes de la relevante historia, Granma conversó con la doctora en Ciencias Farmacéuticas Dagmar García, vicedirectora de Investigación y Desarrollo del IFV, una de las protagonistas de esa proeza de la ciencia cubana.
El punto de partida se remonta a la reunión sostenida por el Presidente Díaz-Canel, el 19 de mayo, en el teatro del Centro de Neurociencias de Cuba, con representantes de diferentes instituciones de BioCubaFarma.
Allí pidió que, al margen de los progresos de otras naciones en la búsqueda de una vacuna, era importante conseguir la nuestra, porque nos daría soberanía en el enfrentamiento a la pandemia, en medio del hostil asedio del Gobierno de Estados Unidos. Salí del encuentro con la sensación de que se nos convocaba a algo muy urgente y necesario, para salvar al país.
La mía no es la generación que estuvo con Fidel, cuando también llamó a los científicos del Instituto Finlay a desarrollar la vacuna antimeningocócica en la década de los 80, en medio de una notable epidemia de meningitis b.
Pero buena parte de mis compañeros involucrados en el proyecto sí participaron en aquella no menos relevante epopeya científica. Todos logramos aglutinarnos en un mismo objetivo: crear una vacuna propia. Finalmente, obtuvimos tres».
Según narra la doctora Dagmar García, a mediados de julio de 2020 comprendieron que habían avanzado mucho con Soberana. Si no ocurría un obstáculo imprevisto, para el 13 de agosto debían tener el autorizo de inicio del ensayo clínico, por parte del Cecmed.
Cuando acabó la Mesa Redonda del 20 de agosto, la inmensa carga emocional nos hizo llorar a todos. En ese momento, los trabajadores del ICRT que estaban en el estudio hicieron un profundo silencio, interrumpido de inmediato por unos aplausos tan fuertes, que aún hoy, cinco años después, todavía resuenan en mis oídos».
La Vicedirectora de Investigación y Desarrollo del IFV dijo que el protagonismo de los jóvenes resultó decisivo, y son muchas las historias para contar.
En algunos de nosotros, por ejemplo, íbamos probando las diferentes formulaciones (concentración de antígeno o número de dosis), bajo el precepto ético de que, sin exponernos a riesgos, podíamos adelantar los tiempos de respuesta del proyecto. Nadie vaciló.
Vimos a madres científicas jóvenes dejando a sus hijos en el círculo infantil, cuando casi ningún niño iba por el temor a la epidemia. Nunca faltaron las “seños”, aun cuando fuera para cuidar a uno o dos infantes».
Resaltó la doctora García Rivera que, en apenas tres meses, del 19 de mayo al 13 de agosto, se logró el visto bueno para el comienzo de los ensayos clínicos. Y, desde que empezaron esos estudios, hasta el autorizo de usar en la población tanto nuestra vacuna Soberana como la Abdala, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, transcurrió menos de un año.
Eso fue solo posible gracias al rigor, la consagración y el compromiso de todos los que participamos en el desarrollo de ambas vacunas, pero, principalmente, por la visión estratégica de Fidel, cuando decidió crear la industria biotecnológica cubana».
Significó que la integración y complementariedad de capacidades investigativas y tecnológicas con el Centro de Inmunología Molecular y la Facultad de Química de la Universidad de La Habana, resultaron decisivas para la rápida obtención de las vacunas.
Debo señalar que la participación popular fue impresionante. Los ensayos clínicos Fase iii de Soberana, en La Habana, y de Abdala, en Santiago de Cuba, fueron ejemplos de cómo el pueblo hizo suyo el reto inmenso de vencer la covid-19.
Para mí en lo personal, el momento más emocionante de todo el proceso ocurrió el 5 de septiembre de 2021, fecha en que comenzó la vacunación de los niños, tras concluir con éxito el ensayo clínico Soberana-Pediatría, aseveró.
En apenas tres semanas se vacunó, con la primera dosis de Soberana 02, a más del 97 % de los niños cubanos, lo cual influyó en que el curso escolar pudiera iniciarse en noviembre.
No me gusta escuchar si la primera vacuna cubana o de Latinoamérica fue Abdala o Soberana. Lo importante es que cada cubano las tuvo garantizadas y el país salió victorioso en el combate a la pandemia».
Muestra de la fortaleza de la Ciencia Cubana en esa esfera, son los proyectos de vacunas antineumocócica del IFV, con el primer producto Quimio-Vio de siete serotipos y una nueva generación de 11 serotipos en fase clínica en lactantes y adultos mayores, así como otro candidato de 15 serotipos, en fase preclínica.
Asimismo, recalcó la doctora Dagmar García, nuestra institución trabaja en la vacuna antimeningocócica multivalente contra meningococo, y en una nueva actualizada para la covid-19.
Hoy, el IFV, desde su responsabilidad con el programa nacional de vacunación, establece redes de colaboración internacional para asimilar, en el país, la tecnología MRNA, tomando en cuenta la capacidad que brinda de producir grandes volúmenes de dosis en corto periodo de tiempo».
Como plantea la Organización Mundial de la Salud (OMS), disponer de esa posibilidad es vital en la preparación contra nuevas epidemias, significó.
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