Cuánto trabajo, desvelo, sacrificio, amor, reconocidos merecidamente o muchas veces callado, se esconde en las arrugas de nuestras antescesoras. Cuánta obra en pie, erguida, real, que ha posibilitado a la mujer un papel protagónico y activo en la lucha por una vida plena y contra las discriminaciones, rezagos y prejuicios, a veces tan difíciles de vencer como la mala hierba, marcan las canas de nuestras abuelas.

La Federación de Mujeres Cubanas, ostenta 60 razones para celebrar proezas y victorias. 60 generaciones que han sostenido hogares, formado familias, sembrando futuros y construyendo sueños.

En su devenir está la trayectoria viva y cotidiana de un país entero, heredero de las heroicas tradiciones de las madres y padres fundadores.

Hoy, cuando nos enfrentamos a nuevos desafíos, nuestras féminas no dudan en cambiar de escenario, sin dejar de interpretar los múltipes personajes que acarrean la obra diaria de esta realidad: trabajadora, ama de casa, madre, esposa, compañera de juegos y maestra.

La COVID-19 ha sido otra montaña que escalar para las cubanas, y saben salir victoriosas como si todo fuera tan fácil...  Llevar la profecionalidad que las caracteriza desde cada puesto, ahora en un campo de batalla minado por responsabilidades que se mezclan más que nunca: convertir un rincón de la casa en oficina donde atender los temas laborales, sin dejar de lado los quehaceres del hogar y las maromas para tener a los más pequeños de la casa entretenidos y aprendiendo, manteniendo a toda la familia en distanciamiento social, son sólo ejemplos de medallas que se quitan cada noche antes de dormir.

El 23 de agosto es la perfecta ocasión para ofrecerles flores, crónicas o poemas, y para pensar con emoción en la historia cubana. Nadie lo dude: ¡este pueblo está lleno de mujeres como Vilma, Yeyé, Celia, Melba y Mariana! 

Hoy, reconocemos el valor de nuestras mujeres, pues como escribiera Rubén Darío:

Poesía dulce y mística
busca a la blanca cubana
que se asomó a la ventana
como una visión artística.

Misteriosa y cabalística,
puede dar celos a Diana,
con su faz de porcelana
de una blancura eucarística.

Llena de un prestigio asiático,
roja, en el rostro enigmático,
su boca púrpura finge,

Y al sonreírse vi en ella
el resplandor de una estrella
que fuese alma de una esfinge.