


El 24 de agosto de 1879 se inicia la llamada Guerra Chiquita, dirigida por el mayor general Calixto García y otros patriotas
Fue una clara indicación de que la paz del Zanjón no había sido el último capítulo de la lucha de los cubanos por liberarse del colonialismo español.
Duró menos de un año, de 1879 a 1880, pero la experiencia de la Guerra Chiquita allanó el camino al inicio, 15 años después, de la Guerra Necesaria organizada por José Martí.
No llegó a alcanzar carácter nacional y constituyó la suma de varios alzamientos en determinadas zonas de Oriente y Las Villas, sin un plan único ni vínculos entre sí.
Factores adversos condujeron a la deposición de las armas en los diferentes territorios alzados. Fue significativo el Pacto de Confluente, firmado el 29 de mayo de 1880, mediante el cual capitularon el mayor general Guillermón Moncada y el general de brigada José Maceo. Por su parte, el coronel Emilio Núñez permaneció combatiendo hasta el 3 de diciembre de 1880, cuando depuso las armas, con lo que finalizó la Guerra Chiquita en diciembre de 1880.
Pese a su corta duración, constituyó un momento imprescindible de la historia patria, pues demostró la validez del ideal independentista y la inquebrantable decisión del pueblo cubano de obtener su emancipación. Sirvió para descaracterizar el contenido ideológico del autonomismo, cuya campaña racista pretendía desvirtuar los verdaderos principios de la insurrección.Este movimiento armado fracasó por la influencia de factores adversos, tales como la falta de un liderazgo político y militar unificado, existencia de prejuicios raciales, posición reaccionaria de los partidos políticos burgueses existentes en Cuba, y la efectividad de las acciones políticas y militares desarrolladas por las autoridades coloniales durante su etapa de preparación y realización.
En total se presentaron 5381 insurrectos y los patriotas sufrieron un total de 170 muertos, 109 heridos y 307 prisioneros en el año que duró la guerra, la cual costó a España 417 bajas y 22.8 millones de pesos. Adicionalmente, 1500 revolucionarios fueron extraditados del país.
Las experiencias de los preparativos y el desarrollo de la conspiración, los alzamientos y la Guerra Chiquita, constituyeron una importante enseñanza para todo el proceso de organización de la guerra necesaria (1895-1898) que sería preparada por José Martí y el Partido Revolucionario Cubano.
A ello se suma el hecho de que esta contienda, marcó la iniciación de José Martí como dirigente. Desde un pequeño club en La Habana, hasta sustituto de Calixto García en la emigración, la Guerra Chiquita propició que el Maestro adquiriera una vasta experiencia y le allanó el camino para entrar en contacto con las masas populares del exilio, su futura base social para una nueva revolución, que dio continuidad al ideal independentista que llevó a la lucha, a diversas generaciones de cubanos.
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