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Celia, o el amparo maternal de un país

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Tomado del periódico Granma

Encarnación misma de la sencillez y la entrega; del detalle y la modestia; la madrina que cuidaba de todos y de todo, ganándose, para cualquier tiempo, el cariño de un pueblo que aún la siente presente.

Una coincidencia hermosa y algo mística quiso que aquel 9 de mayo de 1920, cuando se celebraba por vez primera en Cuba el Día de las Madres, naciera también, en el costero poblado de Media Luna, en Oriente, aquella niña «rebelde» que sería amparo maternal de la nación.

La nombraron Celia Esther de los Desamparados, cual premonición y certeza de lo que sería su existencia toda: una vida intensa y valiosa, y un pecho abierto donde encontrarían abrigo los anhelos, sacrificios y alegrías de un pueblo entero.

Basta con recordar a la niña menuda, traviesa y vivaz, que no solo hacía bromas tremendas, sino que era capaz de reunir monedas durante todo un año para regalarles juguetes, el Día de los Reyes Magos, a los pequeñuelos pobres del batey; o la que, junto a su padre Manuel, un médico intachable, ayudaba a curar las heridas del cuerpo y del alma de los olvidados por el gobierno de turno.

Para cambiar esas postales del dolor, ensombrecidas por la miseria de un país con la libertad trunca, se fue Celia –siendo aún muy jovencita– a sumarse a una gesta que marcó, con un desembarco de arrojo, la ruta hacia el triunfo definitivo.

Su presencia se volvió esencia vital de un Ejército de verde olivo que en ella encontró a una combatiente excepcional.

Pero si necesaria fue Celia en la lucha armada, imprescindible sería luego su obra en la Revolución. Siempre luz y no sombra de Fidel, la Heroína de la Sierra y el Llano hizo muy suya cada tarea, cada detalle y cada causa que ennobleciera y agigantara la luz martiana del socialismo en Cuba.

«Cuando otras personas habían dicho no, o no se puede, ella podía», afirmaría en una ocasión Eusebio Leal para referirse a la extraordinaria dirigente que jamás desatendió un reclamo; que se ocupaba con igual rigor tanto de las colosales construcciones civiles como del bienestar de un niño en la montaña, de una madre sin círculo, o de un campesino.

Sentía, además, devoción por las plantas y los animales; comía poco; fumaba y tomaba mucho café, pero trabaja más. Rehuía de los protocolos y de los reconocimientos públicos; prefería usar ropa hecha de saco de yute que vestir de etiqueta, y amaba los atardeceres como mismo disfrutaba del cielo de la Patria.

Así era nuestra Flor Autóctona, la encarnación misma de la sencillez y la entrega; del detalle y la modestia; la madrina que cuidaba de todos y de todo, ganándose, para cualquier tiempo, el cariño de un pueblo que aún la siente presente en el vuelo libre de una mariposa, en la brisa del mar, en la sonrisa de un niño feliz.

 

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Source: Prensa Latina
New Delhi, January 15 (Prensa Latina) Cuba's First Deputy Minister of Communications, Wilfredo González, and India's Minister of State for Information Technology, Rajeev Chandrasekhar, today...
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Institutional Communication Office
The Ministry of Communications, this January 15, congratulates scientists and science professionals in Cuba. On a day like today, during the celebration of the twentieth...
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Tomado de Juventud Técnica
The second workshop of the Telecommunications Science, Technology and Innovation Sector Program of the Ministry of Communications (Mincom) was held in Havana for two days...

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